Bendita Herejía

Benditas sean las herejías, ayer y siempre! pues ellas demuestran que la inteligencia humana no puede ser embotellada y confinada dentro de los estrechos limites de quienes intentan monopolizar la espiritualidad.

Es interesante notar que los patriarcas del cristianismo ortodoxo antiguo dedicaron una enorme cantidad de tiempo, energías y atención a combatir las denominadas herejías.  A tal punto, que la literatura que produjeron entre el siglo segundo y tercero de la era cristiana consiste prácticamente en atacar, acusar y condenar, tanto a las doctrinas heréticas como también a quienes las profesaban o estudiaban.

A tal punto dichas herejías concentraban la atención de las autoridades eclesiásticas de la época, que el mismísimo emperador romano decidió intervenir y asumir un rol activo en la discusión e influir en el resultado final en la batalla de las ideas.   Para ello, Constantino, emperador a la sazón, convoca al primer concilio ecuménico del cristianismo en el año 325 en Nicea.  Allí se decide cuál debe ser el dogma fundamental cristiano, enunciado en una serie de afirmaciones de credo, que incluso hasta el día de hoy influyen integral o parcialmente en virtualmente todas las expresiones del cristianismo.

Acompáñame en este episodio a revisar las ideas fundamentales de las principales herejías de los primeros siglos del cristianismo.

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